Límites y reglas claras

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Yo le llamo a los caballos, espejos divinos, ellos reflejan las emociones que tú pones en la arena. Si tu pones amor y respeto, amabilidad y curiosidad, esto será lo que recibas del caballo
— A. Hamilton

Cuando empiezo a trabajar con un caballo, lo primero que debo hacer es observar el nivel de respuesta que tiene, la tolerancia y el respeto que muestra ante diferentes estímulos. Cada caballo reacciona diferente a la presión, esto se refiere a la forma como resuelve ante la misma.

 

Un caballo puede estar acostumbrado a resolver corriendo, acelerándose, huyendo, pateando, tirando mordidas o simplemente enojándose.  La respuesta que ha tenido de los demás de la manada o de los seres humanos ante este comportamiento es el que lo acentuará como funcional. Si tomamos en cuenta, que los caballos son animales de presa y que lo que más necesitan es sentirse seguros y moverse hacia lugares que les ofrezcan seguridad y confianza, notaremos que todos estos comportamientos son para asegurar su integridad física, para garantizar su vida. Es decir, lo que están haciendo, es poniéndose a salvo ante el miedo que les genera determinada presión.

 

En mi trabajo con ellos, he podido observar que los caballos, en su mayoría, lo que manejan es mucho miedo y esto muchas veces los mueve a desarrollar comportamientos obsesivos o peligrosos. Sin embargo, recientemente vi una fotografía de un caballo que mordía a todo aquel que pasara frente a su tramo. Muchos de los comentarios eran: pobre caballo, seguro lo han abusado mucho; ese caballo necesita amor.

 

En efecto, muchos de estos comportamientos pueden ser causados por abusos que ha tenido el caballo, sin embargo, también pueden ser producidos por exceso de amor. Lo sé, lo sé, ustedes se preguntan por qué.  La respuesta es sencilla, mencionamos que los caballos necesitan sentirse seguros y confiados;  eso solo lo obtienen al tener un líder que se los ofrezca, al tener alguien en quien confiar, al contar con reglas y jerarquías claras y bien establecidas.  Eso les dará la tranquilidad al saber en donde están parados y con quienes. A veces los humanos con el fin de darles amor y premios olvidamos establecer las reglas del juego, ellos se vuelven inseguros y exigentes y por lo tanto peligrosos.  

 

Ahora como siempre, haremos la analogía con los seres humanos.  Muchos humanos también estamos acostumbrados a resolver de diferentes maneras ante la presión o ante las adversidades. Algunos resolvemos desarrollando nuestras fortalezas, otros aislándonos, otros interactuando con los demás, otros también resolvemos huyendo (de diversas maneras), otros tomando acción. Pero lo único que estamos pidiendo a gritos es tranquilidad, paz, seguridad y confianza.  Si las personas son niños o adolecentes, esto se los deben proporcionar sus padres, maestros y personas que los cuidan. Si somos adultos, sólo nosotros mismos podemos proporcionarlo.  Sí, empieza por tener autoconfianza, autoestima, valores; es decir, empieza por conocer qué dentro de nosotros puede ayudarnos a encontrar esa estabilidad y seguridad que necesitamos. 

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